PRODUCCIÓN

Las claves para ser cabañero en la Cuenca del Salado

  El establecimiento La Trinidad de la familia Pertino está ubicado en el partido de Magdalena-Buenos Aires, y cuenta con 300 hectáreas en las cuales perfilaron al negocio de la cabaña con genética de Angus, y además llevan más de 10 años en la cría de la raza japonesa Wagyu. Ese perfil del negocio ganadero fue el disparador para que el veterinario de la Universidad de La Plata, Alberto José Prando, realice una serie de recomendaciones para enfocar el manejo comercial de los reproductores en la Cuenca del Salado.

  Prando partió de considerar que para dedicarse a la selección genética de bovinos de carne se deben tener en cuenta 3 factores:

  • El ambiente (los recursos alimenticios del campo: nivel y calidad nutricional);
  • Las características del sistema productivo (dinámica, tamaño e intensificación: número de potreros, entore precoz de vaquillonas, engorde a corral, etc);
  • El mercado al que se apunta con lo que se produce y que "hace a la rentabilidad de la empresa ganadera".

  Dadas las características de la Cuenca del Salado, Prando sugirió que el negocio "tiene que estar definido, en primer lugar, en función de los clientes que se quieren abastecer". En este sentido hizo dos distinciones para perfilar la cabaña: apuntar a proveer de genética a los sistemas de cría bovina; o a un ciclo completo.

  En el primer caso, principalmente campos ubicados entre la costa y la ruta 11 en los partidos de Tordillo, Pila, Rauch o Conesa, que son zonas ?muy duras' en cuanto a las restricciones nutricionales. "Aquí la cabaña debe definir un biotipo de animal más maternal. Hay que hacer el foco en la vaca, exclusivamente en el vientre: apuntar a que la vaca quede preñada y produzca terneros (lograr buenos índice de preñez)", indicó el MV Prando.

  En tanto que para las zonas con lomas donde se puede hacer agricultura, como en Magdalena o Chascomús, Alberto recomienda hacer un biotipo "más carnicero" que se desempeñe en un ciclo completo en el cual, además de pensar en la vaca se debe definir un producto que se va a mandar a engorde.

  Así, definidos ambientes y objetivos a partir del mercado, hay que elegir luego las herramientas de selección: el fenotipo carnicero y el fenotipo funcional y la información proveniente de las evaluaciones genéticas.

  El veterinario sostuvo que la selección por funcionalidad para los sistemas de cría debe maximizar la eficiencia reproductiva con individuos adaptados a los diferentes ambientes (restricciones nutricionales, calor, humedad, garrapatas, entre otros) ya que es importante lograr una buena fertilidad. Resaltó además que la selección funcional necesita de animales longevos ("las máquinas de producir terneros") para disminuir la tasa de reposición. Mientras que, en el otro caso, la selección por conformación carnicera debe valorar el grado de desarrollo muscular que se corresponden con los cortes de mayor valor en góndola.

  Finalmente citó una tercera herramienta para el mejoramiento genético: la información provista por las pruebas genéticas, que al contrario de las anteriores son "pruebas objetivas" para medir la calidad de un reproductor. Entre ellas recordó que las principales asociaciones de criadores de pedigrí tienen evaluaciones propias, como el Breedplan y el Era de Angus; el PEG de Hereford; ErBra de Brangus y PEG Braf de Braford.

  Estos programas expresan la información genética en Diferencia Esperada de Progenie (DEPs), que equivale al 50% del valor genético de un progenitor que recibe cada descendiente; o en EBV (estimated breeding values), el potencial genético del crecimiento de un animal desde el nacimiento hasta el destete. 

La relevancia de los caracteres evaluados variará de acuerdo a los objetivos de selección definidos en cada sistema


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