3 de Mayo: Día de la Milanesa

Historia de un clásico ¿argentino?

Si bien la milanesa no es un invento argentino, sí lo es la famosa "napolitana" que tuvo su origen en las callecitas de Buenos Aires.

  Si bien los argentinos tenemos una tendencia natural a atribuirnos descubrimientos -reales, ficticios o borrascosos- de trascendencia internacional, como el colectivo, la birome, el dulce de leche o el sistema de identificación de huellas dactilares, no todo lo que brilla es oro en nuestro ego nacionalista.

  Es mentira que la 9 de Julio sea la avenida más ancha, Rivadavia tampoco es la más larga, la creación de los alfajores no está debidamente documentada y el obelisco no tiene ninguna particularidad que amerite ser destacada en el mapa de la arquitectura mundial.

  Tampoco la milanesa, el plato preferido por los argentinos, tiene su origen en nuestras pampas.

  Sin embargo, la renombrada "milanesa napolitana", pese a su nombre, sí es un hallazgo argentino. 

  Vayamos por partes y démosle al César lo que es del César. La receta de la milanesa -corte fino de carne empanada y frita- no tiene un inicio "oficial" en la historia gastronómica mundial. Pese a ello, una de las tradiciones más famosas cuenta que en el siglo XII la ciudad de Milán había quedado aislada por cuestiones bélicas y sus habitantes, sitiados, debieron sobrevivir sacrificando sus vacas y utilizando las cosechas de trigo disponibles. Así se habría originado la milanesa como alternativa culinaria y su nombre devendría de Milán, la ciudad que habría contemplado sin pompa su aparición sobre la faz de la tierra.

  Chovinismos aparte, la verdad de la milanesa (expresión que significa "una verdad encubierta") es que la "napolitana" es un invento tan argentino como la fugazzetta (creada por Juan Banchero en 1932).

La napolitana es nuestra

  En el caso de la milanesa napolitana (o "milanesa a la napolitana"), el nombre del inventor se pierde en la salsa pomarola de la historia, pero se sabe que el "descubrimiento" se produjo en el restaurante "Nápoli" (nombre que se convertiría en el "apellido" del nuevo plato), ubicado frente al mítico estadio Luna Park de Buenos Aires.

  Promediando la década del 50, un comensal llegaba todas las noches con puntualidad inglesa al "Nápoli" y consumía, sin excepción, una milanesa, plato típico de los bodegones porteños. Un día, por motivos que no vienen al caso, atrasó su llegada y el mozo, cual perro de Pavlov, ya había realizado el pedido en la cocina a la hora habitual. Cuando llegó el cliente, la única milanesa disponible se había cocinado por demás y su aspecto renegrido era poco tentador. Ante el imprevisto, el cocinero sacó a relucir su ingenio, la cubrió con salsa de tomates, le colocó unas fetas de jamón cocido, queso mozzarella, unas tiras de morrón y la gratinó al horno, ofreciendo al comensal un "nuevo plato especial" que, ante la aceptación, corrió como reguero de pólvora entre los jugos gástricos de los habitantes de la ciudad.

¿Te tentaste? ¡Acá tenés una receta para preparar tus propias milanesas napolitanas!

Autor: Luis Fontoira


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